Hubo un tiempo en el que el hombre pertenecía a la naturaleza, con ella convivía y utilizaba sus recursos con respeto. La madre tierra era maestra, proveía de alimentos y de espiritualidad, sus elementos eran dioses y las condiciones un reto a la supervivencia. Pero al hombre le pudo el afán por poseer, controlar y dominar. Así destruyó los dioses, condiciones, recursos y respeto.
Hoy vivimos a espaldas de la naturaleza, parece que todo vale para alimentar nuestro ego, y estamos acabando con el planeta… Es el momento de reflexionar, aunque sea de manera individual e intentar cambiar nuestro interior para inculcar ese respeto a nuestros hijos, y así puedan al menos disfrutar, como hago yo en este preciso momento, de la madre tierra, sentado bajo un alcornoque de casi medio siglo, pensando en alto y mirando a las estrellas.